miércoles, 30 de septiembre de 2015

NOS CAZARÁN COMO A RATAS


Apuntes sobre El efecto Transilvania de J. R. Biedma.
José Manuel Jaén Bernuz

            A grito de “nos cazarán como a ratas”, los lectores de los géneros más oscuros de la actual novela española se muerden las uñas en sus rincones de lectura favoritos para recibir la que puede ser, sin menosprecio de autores precedentes, la primera gran novela que, en este caso, reedita Cazador de Ratas, la inmensa El efecto Transilvania de J. R. Biedma. El autor sevillano no ha querido que una de sus obras cumbre caiga en el olvido, y regresa a formato papel de la mano de la emergente editorial gaditana.
            Retomando de nuevo las palabras del propio Biedma, El efecto Transilvania recrea, en una Sevilla casi retrofuturista, una atmósfera “irrespirable como una pesadilla dentro de otra pesadilla”, una pesadilla que viven Eme y sus cuatro inseparables compañeros de colegio, cinco adolescentes —reviviscencia quizás, de la famosa saga de Enid Blyton, Los Cinco—. No obstante, cuando hablamos de retrofuturismo, no lo hacemos desde el punto de vista genérico, puesto que, en rigor, El efecto Transilvania no se define dentro de este género sino que amalgama rasgos que la convierten en un híbrido de novela de aventuras, fantástica, negra y de terror. Como tal, esta obra, primera del díptico que conforma junto a El humo en la botella, desarrolla conceptos y desgrana imágenes atrevidas, difícilmente clasificables, y, sobre todo, muy personales.
            Sevilla, 1994, sobre el telón de fondo de un ambiente crepuscular y opresivo que Biedma despliega sobre la ciudad, sus habitantes y sus protagonistas se cierne la sombra de la duda, el miedo, el desasosiego ante una realidad donde la normalidad, por defecto, se convierte en algo extraño. Sin ánimo de profundizar en detalles que pudieran desvelar al lector las claves de El efecto Transilvania, Biedma pone en juego una serie de temas que se precipitan desde y hacia los abismos más insondables de la mente humana. Los paisajes del extrarradio, así como la dura arquitectura de un inédito centro hispalense que se va tiñendo de indigenismo prehispánico, impregnado de un halo fantástico, forman un universo que se consume en la miseria, la oscuridad, la contaminación, el abandono, y la ruina material y moral de una ciudad, como la califica el narrador, muerta.
            El cripticismo con el que Biedma organiza y dosifica la información en la narración alimenta aún más la sensación de angustia y capta desde el inicio la atención del lector y su ansia por atar los cabos que el autor ondea al viento como cometas negras. Los párrafos se suceden con una aparente facilidad, que más bien habría que calificar de agilidad, propia de una técnica narrativa depurada. No hay conclusiones ex abrupto sino vaguedades que van tomando cuerpo poco a poco con la interacción natural de personajes y entorno. Y, en muchos aspectos, sorprende Biedma con un estilo negro digno de grandes como Paul Auster o Neil Gaiman, y una poética de la decadencia a la altura de clásicos del género gráfico como James O’Barr o Frank Miller.

            El efecto Transilvania, título cuyo significado tampoco vamos a descifrar aquí para permitir a los no iniciados en la narrativa de J. R. Biedma un acercamiento virgen a este volumen, supuso la consolidación de un peso pesado de nuestra literatura, y volverá, sin duda, a despertar sensaciones intensas en los lectores que se acerquen de nuevo a sus páginas, impresas por Cazador de Ratas para no dejar en el olvido esta obra imprescindible en la novela negra-fantástica.

lunes, 28 de septiembre de 2015

UNA ÚLTIMA CUESTIÓN

Así de bonito lo cuenta Óscar Lobato en el prólogo que escribió para Una última cuestión.



 Recordad que podéis comprar cualquier libro de Cazador de Ratas en la tienda.

Una novela negra es más que un libro.  Contiene una puerta al otro lado del espejo, un pasadizo a lado sombrío de la vida.
Más allá del mero entretenimiento intelectual, una buena novela negra abriga en sus entrañas una furiosa mirada a la existencia, esa rabia callada que denuncia y se convierte en una estocada a las entrañas de un mundo complaciente.
Por eso resulta difícil escribir buenas novelas negras. Tanto que los eruditos siguen discutiendo, aún hoy, cuáles sean sus requisitos, sus cánones y sus antecedentes. Un afán estéril pues toda buena literatura destila siempre esencias de novela negra.
Bastaría sólo con examinar a esa Clitemnestra,  presta a asesinar a un marido adúltero y que dio muerte a una hija en común. (Un fulano, por cierto, que se llamaba Agamenón y eso constituía por sí sólo motivo bastante para convertirlo en fiambre). Fluye tanta esencia negra por los clásicos, como en las páginas de “Los crímenes de la Rue Morgue”.
Cuando “Una última cuestión” caiga entre sus manos, acaso experimente el lector una sacudida visceral. Se debe tanto al buen hacer como a la “trayectoria criminal” de Carmen Moreno, cuyas andanzas literarias le ha deparado ya sobrado reconocimiento y mérito, tanto en poesía como en prosa.
Moreno  — ¡maldita sea!— pinta magistralmente en las páginas de este libro una aguada de claroscuros: el paisaje diluido y preciso de un buen fondo impresionista, el aroma de un barrio de gran ciudad que conoció tiempos mejores.
 Ese panorama ella lo retrata con pinceladas rápidas y precisas pues, a la postre, es sólo el escenario adecuado de una balada enigmática. Pero sabe mostrarlo con la precisa maestría que sólo da el conocimiento de mucha y abundante literatura del género. Y ese entorno presta al lector, al visitante de esta historia,  los olores, sonidos y la memoria del enclave, sin olvidar que se trata de un artificio de acogida. Un soporte para la intrigante parada de criaturas, que desfila por los párrafos de la obra.
El gran regalo de Carmen Moreno es, sin embargo, su protagonista. Un personaje fascinante, duro y, a la par, entrañable de puro cotidiano.
 Verónica Lago se  nos desvela como una de esas criaturas forzada a batirse, cada mañana con una realidad agitada Uno de tantos seres a quienes el FMI, el BCE, el Míbor y……………………………………… (escriba sobre la línea punteada el nombre de sus cabrones favoritos); han abocado a la sorda batalla de lo cotidiano. Lago es una de nosotros, uno de los nuestros.
La autora consigue este perfil con profundo conocimiento del género, donde asoman, como trampantojos, breves reverencias a los grandes. Pero su enorme acierto ha sido en mejorar y afinar lo aprendido, diseñando a un personaje de hondo calado.
El sólido oficio de la escritora evita la recurrencia de esta su creación y, aun así, puede intuirse en ella el aura y el ánima de todos los pesos pesados del género; desde Agatha Cristhie a Sue Grafton; desde Trevanian y Dashiel Hammett, a Edgard Allan Poe y Giorgio Scerbanenco.
         Carmen Moreno fabula, concibe y engendra a una heroína tan sólida como mitológica. Un guerrero que desafía a los muros de la ciudad rival, blandiendo el astil de una fregona y con el logo de los Rolling Stone sobre su coraza de felpa.
         Verónica Lago, mujer corriente y, a un tiempo, seductora irresistible, se enfrenta a sus fantasmas propios y a los enigmas de un asesinato real. Unos desafíos que afronta transitando un mar de intriga, poblado por sospechosos variopintos, sin más respaldo que el de escuderos cansados, modestos o chuscos, y  aliados brutalmente duros.
         “Una última cuestión” resulta algo más que un sólido juguete literario. Sus páginas preludian el inicio de una de esas sagas, que los lectores ansían.
         Las buenas, las grandes novelas negras, deben ser pasadizos a una realidad paralela. Y un prólogo, un breve escalón de entrada que, con frecuencia, se agradece corto.       
                                                             ÓSCAR LOBATO


miércoles, 23 de septiembre de 2015

LOS IRREGULARES POR DANIEL PÉREZ NAVARRO



Argón Californio
Daniel Pérez Navarro

En Estados Unidos no se acuerdan de la guerra con España de 1898 Woody Allen
Cuéntame un cuento, juégame un juego, fóllame un follo
Francisco-Jota Pérez
1. Nuestro mundo está completamente loco

-Le pondré al día rápidamente, así se hará cargo de la situación. Hace muchos años, la Sección de Macrotecnología diseñó lo que pensábamos era el arma definitiva con la que dominaríamos cualquier conflicto armado durante los próximos cien años, un robot humanoide muy destructor y gigantesco al que bautizamos con el nombre de Magallanes. ¿Ha oído hablar de él?
—Sí, señor. —La puesta de largo de Magallanes tuvo lugar en julio de mil ochocientos noventa y ocho. El lugar escogido fue Cuba. Enfrentamos a Magallanes a una moderna escuadra naval norteamericana. Utilizamos como señuelo nuestros viejos buques de guerra. Al principio nos pareció un éxito. No tardamos ni veinticuatro horas en descubrir que había sido un gran fracaso, una tomadura de pelo. ¿Sabe por qué? 





*Imagen obtenida de divulgacioncientificaytec.blogspot.com

lunes, 21 de septiembre de 2015

LOS IRREGULARES POR MARÍA ZARAGOZA




Corinne
María Zaragoza

1
Frente al pelotón de fusilamiento, Violette Szabo recordaría cómo fue reclutada y pensaría que, después de todo, quizá lo que más le había seducido del asunto no había sido matar nazis, ni vengar a su marido, ni siquiera la libertad. Quizá lo que más le había conquistado de toda la propuesta era el nombre, o más bien el apodo por el que se conocía al Ejecutivo de Operaciones Especiales (SOE): los Irregulares de Baker Street.
No sabía a quién se le había ocurrido la gracia, pero no dejaba de tener un punto simpático pese a todo. Los Irregulares de Baker Street, pero los de Winston Churchill, no los de Sherlock Holmes.
Quizá le hubiese gustado ser una golfa de cara sucia, una sin techo observadora, correteando por el Londres victoriano, aquel del que tanto había escuchado hablar. 

NOTA DE PRENSA. "DRÁCULA. AÑO CERO".

Para los que aún tenéis duda de si debéis entrar en nuestra tienda y adquirir el libro de Antonio Sachs con las láminas (autoría de Francisco José Asencio) y los micorrelatos exclusivos (sólo 20 unidades), aquí os dejamos la nota de prensa para que sepáis más sobre el autor y su magnífico libro.




viernes, 18 de septiembre de 2015

LOS IRREGULARES POR CRISTINA JURADO




Out of context
Cristina Jurado

El día que cumplí siete años, entendí por qué en casa me llamaban Gábriel y no Gabriel o Grabié, por qué tomábamos té a las cinco en punto, y por qué mi padre lucía un bombín en cualquier época del año, aunque viviéramos en una de las zonas más calurosas del sur de España. We are Englishmen, of course!, decía él y yo no sabía a qué se refería.
Cierto que en casa se hablaba inglés, pero hasta entonces no había comprendido que aquel era un idioma distinto al de la escuela. Simplemente, no me había dado cuenta. Entonces empecé a prestar atención y comprendí que Josefa, nuestra asistenta, no entendía lo que decíamos cuando servía la mesa. Llegué a creer que se trataba de una lengua secreta inventada por mis padres para comunicarse conmigo sin hacer partícipe al resto del mundo de nuestros asuntos domésticos.
El origen de los acontecimientos en los que me he visto envuelto recientemente se remonta a unas semanas después de uno de mis cumpleaños, cuando mi abuela Margaret vino a pasar una temporada con nosotros. Era una mujer sosegada, de mejillas sonrosadas y moño tirante que olía a agua de rosas, y que hablaba siempre en voz muy baja. 

jueves, 17 de septiembre de 2015

LOS IRREGULARES POR ALEJANDRO CASTROGUER



¿Alguien recuerda a Vera Lynn?
Alejandro Castroguer

A mis abuelos Diego, Antonia y Josefa, 
que nunca se olvidaron de las navidades de sus nietos.
Cuando le conocí estaba muerto de miedo, por mucho que él se esforzase en esconderlo tras esa sonrisa que brindaba al destino a modo de repulsa. Era más un rictus funerario de momia egipcia que la natural expresión de un estado vecino a la alegría o la felicidad. Sonrisa estrangulada. Recuerdo que una mañana coincidimos en Wellington Park. De pronto, William y yo nos vimos sentados a la misma sombra del mismo nogal centenario y frente al mismo coro de palomas que, de un lado a otro de nuestro banco, exigía el diezmo en pago a sus esfuerzos, al ser o no ser de sus estómagos. Empezamos compartiendo el pan duro que les brindábamos. Eso fue al principio de todo. Días más tarde llegó la ocasión de las presentaciones. Encantado, me llamo William. Yo, Graham. Y la catarsis de las primeras confidencias:
—Me gustaría ser un pájaro. —Esta es la frase inaugural de su drama. Los minutos previos al laberinto de sus últimas semanas. (A veces he pensado en llamar a este relato «William Spode». Él es lo sustantivo en este recuento de heroicidades mínimas. Pero los editores mandan y piensan, con razón o sin ella, que su palabra es Palabra de Dios.)
Lo dijo sin echar a volar la voz, sin permitirse el despegue del anhelo ni el estallido del gozo. 


Podéis adquirir el libro en cualquier librería de España, incluídos FNAC y Casa del Libro o en la web de la editorial con gastos de envío gratis.
http://www.cazadorderatas.com/tienda/


martes, 15 de septiembre de 2015

LOS IRREGULARES POR MERCEDES ROSENDE




Peleando en la cubierta del Titanic 
Mercedes Rosende

18:23 horas
En eso habíamos quedado, brother, le dije al estúpido de Sherlock una y otra vez después que detuvo el vehículo, apagó el motor y su mirada se perdió en algún punto que no pude determinar.
Hasta ese momento las cosas habían salido tal como las habíamos planeado, el asalto al banco en menos de cinco minutos, la huida en el coche blanco —alquilado con una tarjeta robada—, el cambio de vehículo en un bosque alejado y sin testigos. En un pantano profundo quedaron las armas, las máscaras y la ropa que usamos para el robo, y el auto blanco que vi sumergirse en el agua barrosa sin poder reprimir un suspiro de pena. La policía tardaría al menos dos días en encontrarlo y algunas horas más en sacarlo, para compro- bar, después de realizar mil pericias, que en el vehículo no hay ni una puta huella dactilar.
Sherlock había sido un buen socio, había aprendido el oficio y, aunque muy delgado y de aspecto enclenque, venía soportando la maratón que llevábamos desde el amanecer como si tuviera un entrenamiento en resistencia física.  

lunes, 14 de septiembre de 2015

LOS IRREGULARES POR JUAN GUINOT


Ya podéis conseguir la antología de cuentos sobre Los Irregulares en nuestra tienda. Recordad que los autores que participan son una pasada: Ángel Olgoso, Elia Barceló, Carmen Moreno, Rodolfo Santullo, Kike Ferrari, Mercedes Rosende, Juan Guinot, María Zaragoza, Cristina Jurado, Alejandro Castroguer y Daniel Pérez Navarro.
Una antología única.








La Yumba
Juan Guinot

Diciembre es un mes de mierda y hoy es el peor día del mes. Tengo que laburar, tratar de no pensar, tirar del carro, ir despacio, cuidarme y dejar que el día pase, que este mes termine.
Salgo de avenida Corrientes, encaro por calle Drago, freno: sirenas y bocinazos chillan a mi espalda. Voy con mi carro contra un auto que está estacionado. El camión de los bomberos me pasa bien finito, sacude los cartones. Un bombero, que va agarrado de una manija en la parte de atrás del camión, gira la cabeza debajo del casco, me enfoca con los ojos; miro para un costado.
En la vereda de enfrente, al pie del monumento a la Orquesta de Pugliese, el Loco Saúl me hace señas con la mano; quiere que cruce. Le digo que espere, le señalo Corrientes en dirección al cuartel de los bomberos. Atrás del autobomba, casi siempre, sale el camión con escalera y a ese mejor no ponérsele adelante, sobre todo, si sos un cartonero.
Aprovecho para tomar un poco de agua. Es de noche, el asfalto arde. Guardo la botella en el carro, manoteo la toalla. Al sacarla, se sale una de las puntas de la frazada marrón, la vuelvo a meter entre los cartones.
Me seco la transpiración de la cara y el cuello. Enrollo la toalla en la manija del carro. 

viernes, 11 de septiembre de 2015

ENTREVISTA A ANTONIO SACHS, AUTOR DE "DRÁCULA. AÑO CERO"

                      
Antonio Sachs (Murcia, 1974)

Cursó estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Murcia.
Incansable lector, y gran admirador de la novela gótica, descubrió su vocación literaria a los veintiocho años.
Coautor de varias antologías —alguno de sus relatos será traducido próximamente al alemán—, ha compaginado el oficio de artesano alfarero con su pasión por la escritura y el estudio del mito del vampiro.
Drácula: Año Cero es su primera incursión en el género histórico, donde se atreve a redefinir los orígenes del mítico voivoda.
En la actualidad prepara una novela de terror kafkiano, así como su participación en las jornadas literarias de la Semana Gótica de Madrid (SGM).



1.- Creo que hay una pregunta obligada y de rigor, ¿por qué Drácula?

Porque sí. Un SÍ con mayúsculas. De la misma manera que la noche siempre será más atractiva que el día. Tenía que ocurrir, tarde o temprano. Y también porque era necesario: había mucho que contar sobre un personaje del que se ha publicado mucho pero en realidad se sabe muy poco.

2.- Pudo hacerlo novela, pudo llevarlo al terreno de la novela gráfica, pero te decantaste por un estudio, ¿tienes algo de masoquista?

Lo cierto es que me he sentido muy cómodo dando forma a esta investigación, ya que el estilo de la narración y el acabado final beben directamente de las novelas de aventuras. La biografía de Vlad Draculea es tan salvaje, tan trepidante y despiadada, que se hace difícil recurrir a la ficción.

3.- ¿Cuál es tu mayor temor?

Perder a quienes quiero.

4.- ¿Qué supuso la película de Coppola en el descubrimiento del mito?

Más bien fue un redescubrimiento. Una actualización. La vi en un par de ocasiones cuando se estrenó en cines y tengo que reconocer que me encantó.  La he vuelto a disfrutar en repetidas ocasiones y creo que es una de esas películas únicas que marcan a varias generaciones; pese a que las evidentes licencias históricas del prólogo inicial y las continuas infidelidades al texto de Stoker son más que evidentes.

5.- ¿Y Bram Stoker?

Bram Stoker acrecentó el mito otorgándole la vida después de la muerte. Lo hizo inmortal. Más no se puede hacer.

6.- El prólogo de tu libro corre a cargo de Dacre Stoker, sobrino bisnieto del novelista, ¿qué supuso trabajar con él?

Fue precisamente al inicio de este proyecto cuando supe que, gracias a la intervención de un amigo en común, Dacre Stoker había aceptado escribir el prólogo de mi libro. He de reconocer que fue un punto de inflexión para afrontar este proyecto con más ilusión si cabe. Nunca podré darle suficientemente las gracias.



7.- ¿Qué esperas de este libro?

Emocionar al lector. Que el público en general conozca a ese gran desconocido que sigue siendo Vlad Draculea, sin olvidar los orígenes del mítico vampiro que Stoker hizo de él.

8.- ¿Esperamos otro de monstruos?

Sí, por supuesto. Creo que los libros que hablan de monstruos, humanos o no, son los más interesantes.

9.- Si tuviera que recomendarnos un autor de terror, ¿cuál sería?

¿Uno solo? Imposible. Puesto que Bram Stoker no necesita ser recomendado, me arriesgaría con Alan Moore y Jamie Delano, y añadiré al menos cinco plumas más: David Jasso, Maria Zaragoza, Jesús Cañadas, Juan de Dios Garduño y Emilio Bueso. Literatura en vena, y esto es una advertencia.

10.- ¿Es Drácula el monstruo que más terror nos causa? ¿Por qué?

Creo que Drácula es el monstruo que más nos fascina. La noche, el misterio, la inmortalidad..., o sencillamente todos esos lobos que le obedecen y reconocen como dueño y señor, hacen de él ese monstruo que muchos de nosotros querríamos ser.


EXTRACTO DEL PRÓLOGO DE DACRE STOKER


Antonio Sachs nos conduce a través de estas páginas a un universo donde la historia y la ficción se juntan en una interesante síntesis de las figuras de un ¾para algunos¾ mismo personaje, el conde Drácula. Nos introduce en un tema que hasta la fecha ha sido polémico y que continuará alimentándose libro tras libro, película tras película: el origen de Drácula.
El debate sobre las conexiones posibles contra las probables entre Vlad Tepes y el conde Drácula deriva en una animada e interesante conexión. Aunque hay poca evidencia de que, cuando Bram Stoker bautizó a su vampiro Drácula, tuviera mucho conocimiento sobre la familia del Drácula histórico.
Bram Stoker no inventó a los vampiros con su libro Drácula, y no fue este el primero en establecer una historia sobre vampiros; los relatos de John Polidori y Joseph Sheridan Le Fanu fueron algunos de los predecesores más notables de su novela. Sin embargo, su genio creador creó al abuelo de todos los vampiros, mediante la mezcla fantástica de la mitología y el folclore de su nativa Irlanda junto con el de otras antiguas culturas como la oriental.

Dacre Stoker