martes, 15 de septiembre de 2015

LOS IRREGULARES POR MERCEDES ROSENDE




Peleando en la cubierta del Titanic 
Mercedes Rosende

18:23 horas
En eso habíamos quedado, brother, le dije al estúpido de Sherlock una y otra vez después que detuvo el vehículo, apagó el motor y su mirada se perdió en algún punto que no pude determinar.
Hasta ese momento las cosas habían salido tal como las habíamos planeado, el asalto al banco en menos de cinco minutos, la huida en el coche blanco —alquilado con una tarjeta robada—, el cambio de vehículo en un bosque alejado y sin testigos. En un pantano profundo quedaron las armas, las máscaras y la ropa que usamos para el robo, y el auto blanco que vi sumergirse en el agua barrosa sin poder reprimir un suspiro de pena. La policía tardaría al menos dos días en encontrarlo y algunas horas más en sacarlo, para compro- bar, después de realizar mil pericias, que en el vehículo no hay ni una puta huella dactilar.
Sherlock había sido un buen socio, había aprendido el oficio y, aunque muy delgado y de aspecto enclenque, venía soportando la maratón que llevábamos desde el amanecer como si tuviera un entrenamiento en resistencia física.  

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